martes, 5 de junio de 2012

Capítulo 17. YO VULGARIZO, TÚ VULGARIZAS, NOSOTROS VULGARIZAMOS.

Lo primero de todo, a la hora de comunicarnos, es hablar el mismo lenguaje. A mayores obstáculos en el lenguaje, más difícil será transmitir nuestro mensaje y hacernos comprender. Ya sé que ésto lo sabemos todos, pero en muchos ámbitos y ocasiones, existen personas que parecen olvidarlo. 

Si nos fijamos bien, parándonos un momento en las palabras que usamos habitualmente, podremos observar la cantidad de matices que unos caracteres o sonidos encierran, y que van más allá del mensaje que en ese momento queremos dar. Llegan a tocar la idiosincrasia propia y común, colectiva. La manera de hacer de allí donde aprendiste a hablar. Cuando vivía en Roma, una de mis jefas era filóloga (italiana, claro) y recuerdo tener charlas casi a diario sobre palabras y expresiones, sobre cómo reflejan la manera de pensar de un pueblo, comparando entre el español y el italiano. Debo reconocer que me encanta perderme en este tipo de reflexiones.

Todo esto era sólo una presentación del tema del que quería hablar en este post. En algunos seminarios y congresos de museología, he encontrado personas que defendían que, usar un lenguaje directo, claro, sin perdernos en términos excesivamente técnicos (sólo aptos para expertos) dentro del museo, era vulgarizar el lenguaje.

                                   


Bien pues, yo no puedo estar más en desacuerdo con esta idea. A mi parecer, la accesibilidad en el museo comienza por el lenguaje. Recordemos que la tendencia, que no es sólo moda, sino la nueva forma de entender el museo, es llegar a cuantas más personas mejor. Por ello, usar un lenguaje experto y elitista, conseguirá lo contrario. ¿Cómo podemos esperar que la gente se sienta atraída por conceptos que no entienden y de los que nunca oyeron hablar?. Y además de no entendernos, creamos una sensación en ellos de estar por debajo, de ser menos, de no tener una educación tan elevada... Es decir, justo lo contrario de lo que se pretende. A mí no hace más que enfadarme encontrar a personas que piensen así, y lo peor, es que siempre ha sido gente joven. Los que están empezando.

Debemos tener en cuenta también otros factores que en todo ésto, entrarían en juego. En España la mayor parte de los museos son públicos, y eso significa que no sólo el dinero con el que realizan su actividad, es de todos y recaudado de nuestros impuesto, si no que también los fondos, la colección, el patrimonio que conservan, custodian y difunden, es nuestro. ¿Sería lícito entonces que los que lo gestionan, que no son más que eso, quieran hacerlo inaccesible al público, su dueño?, ¿cómo podríamos pedir que los ciudadanos valoren su patrimonio, su cultura, su pasado si lo alejamos de ellos, si les ponemos trabas para que puedan conocerlo, respetarlo y cuidarlo?. Estoy segura que profesionales de este tipo son los que después se quejan de que la gente no se fije, no comprendan ni valoren su entorno. Pura hipocresía  y clasismo, tal y como yo lo veo.

                                            


Por otra parte, las instituciones privadas o mixtas, dedicadas a la cultura y al arte de un modo u otro, reciben dinero público, sea a través de subvenciones, edificios cedidos, fondos. Éstas lo tienen mucho más claro, pues si consideramos también la cultura como producto (de enriquecimiento, claro) a más visitantes, más pago de entradas, más compras de merchandising, más cafés en la cafetería de sus instalaciones...

Yo tampoco comparto la idea de tener que llevar a todo el mundo al museo a la fuerza. Últimamente parece que se ha convertido en una obligación. Si no vas a ver la última exposición de turno del museo X, no molas, no estás "en la onda". No, no creo en eso. Pienso que las personas deben disfrutar de lo que vayan a ver y por ello, deben decidir qué les apetece y qué no. Pero sí que estoy convencida que los profesionales somos los que debemos darles las herramientas, ponerlo a su alcance, darles a conocer la exposición tal o la actividad cual, y que sean ellos los que, teniendo esa información (cercana, amena) decidan cuándo quieren disfrutar de esa experiencia. Únicamente de esta forma se tendrá un buen recuerdo del museo. Lo considerarán una forma de ocio, aprendizaje, reflexión y disfrute.

                                     


El museo de hoy y el del mañana, es un museo democrático donde hay sitio para todos. Dónde vamos a disfrutar, a conocer lo nuestro y lo de otros, que también es nuestro, pues son manifestaciones propias de la humanidad. El museo debe ser un ente descodificado, que no descontextualizado. Es la sociedad la que legitima y da sentido a los museos. Ellos deben integrarse en su entorno y formar parte activa de él.

SeñorAs, si pensar exposiciones, textos de pared, actividades, etc con palabras entendibles por la mayoría, si acercar nuestro patrimonio a todos, es vulgarizar el lenguaje, yo soy muy vulgar. Mucho, y me alegro de ello.


8 comentarios:

  1. Lo primero que a una le enseñaron sobre el periodismo como preludio de la comunicación(entonces desconocía si se trataba de una promesa o una amenaza) fue la necesidad de escribir, hablar o narrar "para que te entienda tu abuela". Generalmente, la necesidad de alejarse, en realidad incomunicarse, esconde la inseguridad que provoca el acercamiento y su posible pérdida de poder: ¡el experto no es intocable! ¡el experto está en peligro!

    En el pueblo de la sierra salmantina donde me crié (y a mucha honra) creían que cuanto menos se entendía a una persona, más inteligente resultaba ser. Parece que muchos de los no vulgares crecieron en mi pueblo. Paradojas...

    La esencia de la comunicación reside en el principio opuesto y, sin ella, no parece haber posible participación ni, por supuesto, entendimiento. Siento ser tan tremendamente vulgar... O no :-))

    Enhorabuena por tu post y por tu valentía, Laura. Es un placer leerte y seguirte. SIEMPRE :-)

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    1. Es un placer muy vulgar que nos entendamos siempre tan bien. Es justo eso, el experto esconde sus inseguridades tras un lenguaje que le diferencie del resto, quizá porque, por sí mismo no lo consigue.

      Besazos preciosa!

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  2. Me ha gustado mucho, mucho!! porque tienes más razón!! la verdad es que aunque todos lo sepamos, que debemos comunicar en un lenguaje comprensible para todo el mundo, sin tecnicismo ni palabras que sólo entiendes 4, se nos olvida muy facilmente cuando estamos en el otro lado, en el lado del no espectador o receptor de información. Así que gracias por hacernos recordar y a vulgarizar se ha dicho. Felicidades por el post. bss

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  3. Me encanta que trates el tema porque tiene muchos reflejos en la actualidad. Vayamos por partes, no obstante.

    Me encantaría estar de acuerdo con tu idea, que en parte comparto, pero que veo en otro lugar. O mejor dicho: desde otro punto de partida.

    Que vaya por delante -para que no genere malentendidos- que el discurso de la atracción de público me ha parecido siempre una patraña capitalista de soberanas proporciones. Parece ser que los museos en 10 años se han dado cuenta de que no subsisten sin ese prurito. A ver cuánto les dura. Pero eso es otro debate. El tema del lenguaje del que hablas es un hecho, ahí comparto plenamente tu opinión, pero también le exigiría al que pretende disfrutar (y por "disfrutar" entiendo "saber" y "conocer en profundidad", es decir, cosas que el arte y la historia requieren) un cierto nivel de compromiso en el código lingüístico. Entiendo que la familia de turno que emplee un domingo en visitar un museo quiera pasar un rato distendido, pero cada juego tiene sus propias reglas, y el arte es quizás la más compleja y fascinante manifestación humana. También por ende la que más cariño y paciencia necesita.

    Y aquí es donde reside el problema. Nuestro mundo quiere convencernos de que la fórmula del breve-rápido-y-conciso funciona. Nada más lejos de la realidad. Cada ente, manifestación o incluso sentimiento tiene su propia cadencia, sus tiempos, su fonética. Y esa no se aprende a golpe de vistazo ni se accede a ella sin un estímulo interior y vocacional (curiosidad). Y no digo que el arte no pueda ser disfrutado por alguien que no sienta devoción, sólo que es materia de deleite que únicamente la gente con un cierto sentido de sacrificio (intelectual, mental, psicofísico, inteligible) puede alcanzar. Ahora bien, ¿quién podrá abstraerse de esa falsedad de sistema que nos dice lo contrario? Y lo más importante: ¿quién llevará a cabo el sacrificio del arte cuando la tragedia está en el pan que comen nuestros hijos?

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    1. No digo que no deba existir un compromiso por parte del visitante (futuro participante, espero), de hecho, eso lo trato en otro post, pero entre usar un lenguaje elitista o uno vulgar existen mil fórmulas válidas que no quitan valor sino, todo lo contrario, que le aportan más.

      Más allá de la concepción del arte como producto, que entiendo, es lo que has querido decir, existe la concepción de difundir un patrimonio de todos. Yo no veo como tú que esta intención de difundir sea sólo un procedimiento capitalista, es más, creo y quizá sea muy idealista, que es todo lo contrario. Es el deseo de democratizar.

      Besitos :)

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  4. ¡Felicidades por el post Laura! Desde hace años que defiendo la claridad comunicativa al hablar de arte contemporáneo :-)

    Un abrazo y espero volver a verte pronto!

    Pilar (El Dado del Arte)

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    1. Gracias! Es muy necesario, de lo contrario el arte contemporáneo seguirá siendo críptico para la mayor parte de las personas :))

      Un besazo. Habrá que inventar una nueva excusa cultureta para volver a coincidir. Tengo muchas ganas! :)

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