jueves, 17 de marzo de 2016

Capítulo 79: BUSCO HABITACIÓN EN PISO COMPARTIDO

Durante la semana de ARCO y el resto de ferias de arte en Madrid, aparecieron unas fotos por mis redes sociales que captaron absolutamente mi atención. Eran fotos de colegas y amigos que habían asistido a lo que parecía ser una inauguración pero que, cuanto menos, era bastante extraña. El título de todas las fotos era: "Se alquila cuarto SEMI amueblado".

Estando Susi Blas de por medio no podía tratarse de otra cosa que un proyecto artístico, pero veamos: ¿en una casa? ¿una casa con sus inquilinos dentro y todo? La respuesta es sí.


El Cuarto de Invitados es un proyecto sin ánimo de lucro recién estrenado. "Un espacio en nuestra propia casa, un piso en el céntrico barrio de Lavapiés", dicen en su web los nueve anfitriones (anfitriones todos aunque solo tres viven en ese piso), que han puesto la iniciativa en marcha. Son nueve chicos licenciados en BBAA por el CES Felipe II de Aranjuez: Antonio Gómez, Víctor Gutiérrez, Ciprian Burete, Marta Abril, Juan Jurado, Valeria Cámara, Manuel Ruiz Francisco Javier Ruiz y Milad Nouiouat, y que además de llevar a cabo sus propias propuestas artísticas, han decidido impulsar la gestión de un espacio íntimo en el que la experiencia artística/crítica es la principal preocupación. Un lugar que quiere cambiar el contexto en el que se disfruta del arte contemporáneo, si no absolutamente, sí en cuanto a su capacidad de acción: del espacio institucional al espacio de intimidad.

¿Y qué ocurre, entonces, cuando abrimos nuestros espacios privados a los otros con una intención artística?




El primer rasgo característico de esta experiencia es la autogestión. Siendo el salón de su casa una sala de exposiciones, como habréis pensado ya, no cuentan con presupuesto institucional ni público para sufragar los gastos que las exposiciones ocasionen ni, por supuesto, para pagar a artistas ni comisarios. Me pasa por la cabeza que eso en este país no es demasiado extraño, que la mayoría de las exposiciones no contemplan el pago a los artistas, y los comisarios solo pueden atreverse a pedir unos honorarios cuando ya tienen una larguísima trayectoria o en circunstancias muy especiales. Lo que sí proporciona la autogestión es una mayor libertad temática, ideológica, artística, social. En esta habitación se puede hablar de todo: puede reflexionar el arte sobre sí mismo, sobre el nosotros como sociedad, sobre el otro para reconocerlo, sobre problemáticas del ahora.

El primer comisario fue Óscar Alonso Molina, doctor en BBAA, comisario independiente y profesor de los nueve anfitriones que ha guiado y apadrinado el proyecto desde el inicio, y que llevó los dibujos del artista Abdul Vas a la habitación llenándola de murales, escenas de conciertos de AC/DC.

Óscar eligió y pasó el relevo a Susi Blas, profesional a la que admiro y aprecio, historiadora del arte contemporáneo especializada en creación audiovisual, comisaria y crítica con especial atención en las cuestiones de género. En la actualidad es redactora del espacio cultural de televisión Metrópolis de TVE2. Susi seleccionó al artista Dosjotas conocido por sus intervenciones urbanas cargadas de crítica política y social: "La ciudad vista como un campo de acción e intervención artística. No desde una perspectiva formal, estética o decorativa, ni como una visión monumental del espacio público, sino como el terreno concreto donde cuestionar y criticar nuestra sociedad, nuestros hábitos y nuestras ideas."




El proyecto "Cuarto SEMI amueblado" se ha lanzado de forma inteligente e irónica en páginas de alquiler como Idealista y otras, haciéndonos dudar si se trataba de un proyecto artístico o, verdaderamente, se alquilaba una habitación "sin calefacción ni baño" al precio de 2200 euros + 2200 más de fianza.

El Cuarto de Invitados está ocupado por dos literas viejas, arañadas, desconchadas, con colchones sucios y rotos, y nada más. A la entrada, en el hall del piso, encontramos los carteles de "SE ALQUILA" con todos los detalles; algunos de los correos que los usuarios de estas páginas inmobiliarias preguntando, asombrados, si ese es el precio verdadero o sobra algún cero; varios comentarios en redes sociales sobre los anuncios (entre ellos, los míos); un vídeo promocional siguiendo la estética propia del mercado inmobiliario y una hoja de sala en la que más que un texto comisarial se plantea un choque entre tres factores: la visión del mercado (inmobiliario y artístico), la visión del joven profesional que busca habitación en un lugar "cool" de Madrid, y la visión del migrante obligado a una "cama caliente".







Un proyecto redondo en mi opinión, que da lugar a la reflexión no solo sobre la realidad de los jóvenes en cuanto a acceso a la vivienda, también a la problemática de este mismo acceso de los migrantes que viven en Lavapiés, y de camino, al valor y precio de la obra de arte. Valor cultural/social y precio económico. ¿Cuánto puedes pagar por un lugar en el que vivir tú artista, tú gestor cultural, tú vendedor ambulante? ¿Cuál es el precio de una obra de arte en el mercado? ¿Y fuera de él? ¿Y en un cuarto de invitados?



Si bien es cierto que este tipo de experiencias ya se han presentado con anterioridad en España, no podemos decir que exista un verdadero tejido de iniciativas artísticas autogestionadas como en Alemania y otros países de Europa. Un ejemplo es Casa Sostoa en Málaga, proyecto con unos cuantos años ya de recorrido y que en este momento expone la obra de Moreno/Grau. Existen otros tantos en Madrid o Barcelona, pero quizá esta es la primera vez en la que el conjunto de acciones resulta verdaderamente abierto a los agentes externos al colectivo.

El siguiente comisario ha sido ya anunciado: Susi pasa el relevo a Javier Díaz Guardiola, pero no será siempre así. De forma puntual en el futuro abrirán convocatoria para selección de proyectos comisariales. El colectivo también está interesado en la realización de actividades paralelas que se desarrollen en torno a la exposición del momento.

El cuarto SEMI amueblado sigue en alquiler. Podéis pasar a visitarlo los sábados y domingos de 12 a 14:30, y si os apetece, también podéis comenzar a idear actividades o exposiciones para presentar cuando llegue el momento.   







miércoles, 16 de marzo de 2016

Capítulo 78. DAZ DISLEY Y LA MÍMESIS TECNOLÓGICA.

Es de todos sabido el largo camino que ha hecho el arte cogido de la mano de la naturaleza. La mímesis, la copia de la naturaleza, ha sido prácticamente hasta finales del siglo XIX, el gran tema central del arte occidental. Y no es de extrañar ya que el artista nos ha querido transmitir su visión del mundo, con más o menos libertad según el caso, inspirándose para ello en lo que le rodeaba y realizando su propia interpretación más o menos simbólica, profunda, alejada de lo real o cercana al modelo.

Ya entrados en el siglo XXI, cuando contamos con herramientas tecnológicas de tercera generación, el arte, que muchos critican por alejado del natural, en mi opinión, no ha ido ni mucho menos tan lejos en muchos casos. Los formatos son distintos, las luchas son las mismas: el hombre, su manera de estar en el mundo (la sociedad) y la naturaleza (como contexto).

Daz Disley, no es artista, o él dice no considerarse así, pero sus preocupaciones encuentran una salida para hacerse visibles, para comunicar, en formas creativas y propiamente artísticas. Llegado desde el mundo de la música, en su mente lo visual es en gran medida otra de las vías por la que las preguntas que se plantea a diario encuentran forma, se hacen explícitas. Por esta razón, lo visual no tiene que ser de un modo determinado: usa fotografía, vídeo y música, por el momento, pero su búsqueda en formatos y herramientas no ha acabado aquí. Lo digital es su lenguaje sin que ello lo aleje de la naturaleza como demuestran sus obras. Para Daz el arte, su arte, es únicamente un canal por el que materializar sus preguntas, es por este motivo que la forma pierde importancia frente al contenido: lo importante es investigar para hallar el camino que le lleve a la respuesta que está buscando. El modo más idóneo para presentar aquello que le preocupa.



En sus fotografías los motivos oscilan, van y vuelven. Del retrato a la abstracción. Del natural a la transposición a formas puras o a su disolución en manchas de color, en movimiento, música insinuada. Imágenes que bailan y nos ofrecen desde una experiencia bella formalmente, a una crítica política y social en la que reivindica su visión del mundo.

En la serie "Euro Witch, Pop Bitch..." la modelo, vestida con los colores de la bandera de la Unión Europea, juega de forma agresiva con un globo que también simula la bandera. Su actitud nos revela el desprecio por esta realidad política. El aspecto desaliñado, dejado, hostil, nos hace preguntarnos ¿es esta la Europa en la que vivo? ¿Es el lugar en el que quiero estar? La respuesta de Daz es clara. A través de la burla nos enseña una realidad que le preocupa, le disgusta y que usando esta serie fotográfica, consigue calmar en cierta forma. Usa la ironía como terapia contra el hastío.



En las series Pea Soup and Polo Mints y Woodland, retoma una fotografía más clásica, aunque no en sentido estricto. Para ello, se traslada a parajes naturales evocadores, misteriosos, que nos ofrecen imágenes de gran belleza pero nos dejan cierta sensación de desazón. Hay en estas fotografías un aire frío, una atmósfera nostálgica y solitaria que atrae e hipnotiza. Hace que queramos saber más.

En la primera, animales en pequeños grupos o en solitario, son captados con gran delicadeza. Objetos de uso cotidiano son abandonados, o están allí, esperando. No sabemos cuándo se olvidaron de ellos ni cuánto tiempo les queda por permanecer descolocados, sin uso. Este sabor algo angustioso, la incertidumbre que desprenden estas imágenes, amplía su belleza. Consigue que sigamos mirándolas esperando un desenlace que no llegará. Son una historia que se quedó congelada en un punto y a la que nosotros llegamos como invitados. Podemos observar pero no intervenir.



En Woodland, Daz nos ofrece ese viaje de ida y vuelta que ya os comentaba al principio. Fotografiando el detalle de los árboles, matorrales y plantas de un bosque, conseguimos ir de lo particular a lo general: de la naturaleza, esa naturaleza (con nombre y apellidos pero que desconocemos), a formas básicas como líneas verticales, círculos, diagonales. Realiza un ejercicio de la abstracción más pura aunque abandonando el proceso un poco antes de perder de vista absolutamente la conexión con la realidad.



En la serie Velocity, sin embargo, muchas de las fotografías sí que finalmente nos sumergen en las líneas, manchas de color, de luz. Realizadas dentro de un coche en movimiento, solo necesita jugar con el tiempo de exposición para conseguir resultados tan sugerentes. Obras envueltas en irrealidad esponjosa. En ensoñación.



En sus vídeos "Blooms", Daz ha grabado y fotografiado diferentes tipos de flores para después generar una serie de imágenes en 3D que descomponen la figura convirtiéndola en motas de luz y brochazos de color en suspensión en un espacio neutro, mágico, desprovisto de gravedad, donde la flor que ya no es flor, puede moverse y crear formas nuevas que no se parecen a su realidad anterior. La serie Blooms viene a demostrar, como ya lo hizo antes Kandinsky, que el arte abstracto, o mucho de él, tiene la naturaleza como modelo. Que lo que nos rodea no es más que construcciones azarosas pero precisas de formas puras, simples. Y que nuestra percepción depende en mucho de nuestra subjetividad y nuestra capacidad de mirar con ojos distintos. Armarnos con una mirada abierta para que lo no concreto, real, no nos aturda sino que nos haga imaginar un espacio y un tiempo diferentes.




En la última de sus salas, llamada "Vídeo Works" la figura humana vuelve a tomar protagonismo. Entornos abandonados, edificios que se desvanecen y transmutan en formas que danzan, naturaleza que se desdibuja... Todo ello para que la bailarina Fenia Kotsopoulou, su pareja, y algún actor más coreografíen unas pieza que, lejos de proporcionar solamente calma, nos obligan a mirar en nuestro interior y encontrarnos con nuestras propias preguntas. Con nuestros miedos y soledades. También nos incitan a observar a nuestro alrededor y cuestionar la verdad de lo que vemos. Nos puede ayudar a preguntarnos por aquel que tienes al lado. De nuevo, como en sus fotografías, nos atrae y deja la pregunta abierta. El qué ha pasado o qué pasará, sin resolver.



Daz resuelve por medios creativos digitales, cuestiones muy humanas y comunes. Se pregunta por el mundo queriendo hacernos partícipes de sus preocupaciones. Buscando la mejor forma, la más bella, de presentárnoslas. Porque aún en el siglo XXI hay preguntas que siguen abiertas. Porque hay cuestiones que seguramente no encontrarán una respuesta válida para todos y en cada momento. Porque el arte sigue estando conectado a (nuestra, la) naturaleza.


Todas las imágenes son propiedad de Daz Disley.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

DE SER Y ESTAR.

Hace más o menos un par de meses, desperté en mi casa nueva y provisional, con una sensación agobiante. Sentía presión en el pecho, estaba angustiada. Seguramente era ansiedad y era extraño porque hacía algún tiempo que no sentía algo así. Sin tener que esperar demasiado, el motivo de esta sensación llegó a mi cabeza: La Caja Revuelta.

Puede parecer estúpido, quizá, es posible, pero cuando se adquiere un compromiso con una misma, con vosotros, no cumplirlo es no estar a la altura de tus propias expectativas. Vale, esto no es una tragedia, es simplemente una sensación. La que tuve aquella mañana.

Creo que se ha convertido en tradición el hacer un post a final de año repasando éxitos, fracasos y esperanzas. Bah, no me gustan  nada estas palabras, y no por lo que significan, sino por el abuso que se hace de ellas en estos días. Pero bien, sí, este es un post que como en años anteriores os cuenta de dónde viene y hacia dónde cree ir esta que os habla. Es un post para aquellos a los que pudiera interesar, y si no interesa a nadie, para mí misma. A modo de reordenación de ideas. 

Al 2015 lo había llamado: "el año de las expectativas frustradas". Comenzó prometiendo, no el éxito (¿quién lo necesita?), pero sí la independencia, la movilidad, el desprenderse de la vida prestada (en préstamo). Los meses fueron pasando, y el viento, los proyectos, los futuros no absolutos pero esperanzadores, iban, venían, bailaban... Y yo con ellos. Todo, o casi, prometió ser más de lo que finalmente acabó siendo. 

Ante este panorama, y lejos de lo que hubiera ocurrido en otro tiempo, no me quedó más remedio que rehacerme, tomar decisiones urgentes, deshacer los planes, pintarme los labios rojos y sonreír. Tengo que decir que surtió efecto, que me siento muy orgullosa de haber tomado las decisiones correctas, que cada día me encuentro más cerca de la mujer que quiero ser, sin tener tampoco muy claras cuáles son las características que la definen.

En 2015 he aprendido cosas absolutamente necesarias de los otros y de mí: he aprendido a respirar hondo; a intentar entender las motivaciones ajenas por lejos de lo razonable que sienta que están y, en el caso de seguir sin entenderlas, aceptarlas y tomar decisiones al respecto; he aprendido a dejar pasar trenes, porque no hay que subirse a todos, ni mucho menos; he tomado la decisión de no malgastar energía en lo superfluo, y tampoco en lo profundo que daña; he querido tener cerca a los que quiero, pero solo a aquellos que me quieren a mí, siempre estoy, pero tú solo debes estar si quieres; he decido aprender y empaparme de todos, de los que me gustan, de los que detesto, de los que me aportan y de los que se apartan... Y sobre todo, lo más importante que he aprendido es que NUNCA HAY QUE HACER PLANES. Solamente hay que ser e intentar estar.

A la vida, por lo que parece, le gusta jugar con nosotros. Ya no me parece mal. Ahora estoy abierta a disfrutar al máximo, sufrir solo lo justo, y a que todo llegue. Porque queramos o no, lo que viene, acaba por llegar. No es dejar el futuro en el aire, es reservar un espacio para la improvisación. Es armarse de valor y seguir trabajando para afrontar lo que sí y lo que no. Que no me he convertido en superwoman, ni quiero, pero estoy feliz porque mi vida está lejísimos de esa imagen que nos venden, de la perfección de escaparate, pero siento que estoy apurando el camino, amando el momento, aprovechando el instante, la caricia, el beso y el desengaño, y además, me gustan los que me acompañan. Así que quizá tenga que cambiar el título que puse a este jodido/estupendo año...

Sé que tengo que volver a escribir sobre museos y arte. Sé que algunos lleváis tiempo esperándome, os pienso, creedme. No me he ido, lo haré porque a este blog le debo mucho. No sabéis cuánto. Espero que no os importe aguantar un poquito más, hasta el 2016.

Feliz todo. 



lunes, 2 de noviembre de 2015

DESAPRENDER.

Hace un tiempo que desaprendo a un ritmo de infarto:
Desaprendo lo dado por sentado. Lo "así tiene que ser". Lo "eso será lo que ocurra cuando seas adulta".

Estoy destejiendo los quereres anclados, enquistados. Aquellos que no dan calor, que hielan el fuego y lo dejan petrificado. Inerte. Suspendido en un momento.




He desaprendido que las intenciones suelen ser honestas, que las personas dicen la verdad, y que los frutos, llegan. 






Que todos tenemos un sitio y solo hay que encontrarlo. 









Que hay que tener un plan.










Que a mi edad tendría que ser esa mujer que otros quisieron que fuera.





martes, 29 de septiembre de 2015

Capítulo 77. ARTE PARA TRANSCENDER EL CUERPO

Miguel Andrés (Yecla, Murcia, 1982) no es un artista al uso. No es el artista que viene del arte. Es el artista que llegó por necesidad al arte. Que llegó buscándose a sí mismo desde otro terreno en el que, por suerte, quizá, no se encontraba. Es por ello que en él vemos referencias de los grandes performers, pero al mismo tiempo, notamos esa frescura del que juega, del que quiere comunicar basándose en unos referentes pero que no le cercan, acorralan o asfixian.

Habiéndose dedicado durante diez años a la publicidad, huyó porque según sus propias palabras "allí la creatividad es una utopía". Y es que para Miguel Andrés hacer performance o vídeo (este normalmente resultado de sus performances) es el motor de su vida. Tanto que dejó aquello que le permitía pagar sus facturas por vivir de forma precaria pero creando, como todos aquellos que nos dedicamos al arte en cualquiera de sus ámbitos.

El arte es para él la forma de trasmitir sus inquietudes, sus preguntas, sus reflexiones sobre el estar en el mundo y sobre el mundo mismo. También es una vía que posibilita, golpeando sensibilidades, visibilizar las relaciones emocionales, económicas, religiosas, sexuales o sociales que según este artista, organizan nuestra realidad. Porque todo está supeditado a los controles del mercado. El capitalismo como eje central de nuestra razón de ser siendo este aceptado de forma consciente, o como plantea en su obra System, sin darnos apenas cuenta. 




En la pieza System, el artista hace una analogía entre el hombre, representado por él mismo pero que quiere despersonalizarse para ser "el hombre" en toda su generalidad, y un sistema operativo de ordenador. Esa información que se nos trasmite desde la educación, la moral y las tradiciones, y que nos hace actuar de una determinada forma según la sociedad en la que nos encontremos, es ese sistema operativo humano que adormece, a unos más que otros, para conseguir que las respuestas y actitudes que tengamos estén alineadas, sean monótonas, predecibles, manipulables.

Su rechazo a todo tipo de dogmas impuestos desde esta sociedad mediatizada y organizada en beneficio de unos pocos, lo acercan a corrientes filosóficas como el nihilismo. Es desde esta postura crítica que crea sus performances y vídeos, posicionándose, haciéndole un artista incómodo dadas las cuestiones que plantea. No es de extrañar que sea la performance el terreno artístico en el que más a gusto se sienta pues es una de las tipologías artísticas más reivindicativas desde que empezó a desarrollarse. Desde que surrelistas y dadaístas comenzaron a experimentar con sus posibilidades, hasta su periodo de máximo esplendor en los años 60 y 70, en que movimientos reivindicativos como el feminismo la eligieran como el medio más apto y transgresor para hacer arte desde el compromiso social y político.

La inspiración, para Miguel, puede llegar en cualquier momento y en cualquier lugar (¿no es esto un rasgo propiamente artístico?). Una imagen, una noticia, un sentimiento, que llega en un momento y en el que ve las posibilidades artístico/estéticas que lo transformen en obra. Todas las ideas se convertirán en boceto o en un simple apunte en una libreta. Más tarde en "pieza". Como sabemos, de la performance por ser un arte efímero, nada queda. Queda su recuerdo material en vídeo o fotografías. El recuerdo material que es lo vendible, coleccionable, disfrutable a lo largo del tiempo.

En la línea conceptual de la performer guatemalteca Regina José Galindo o de accionistas vieneses como Günter Brus, para Miguel el arte no tiene límite, y en este caso, como el material de las obras es su propio cuerpo, el límite solo viene dado por el cuerpo mismo. Este hecho podría situar al artista en un punto crítico: cuando arte y vida llegan a entrelazarse tanto que la continuación de la vida depende del mismo arte. De la siguiente obra. Pero no temamos. Todavía ninguna de sus obras ha puesto su vida en riesgo. De momento solo contempla la posibilidad de que lo haga, pues en el arte, él no descarta ninguna.

En la obra Fuckin' Melon, Miguel manipula un melón con el que se masturbará. El planteamiento en esta acción/vídeo es un crítica o llamada de atención sobre la promiscuidad en el mundo gay que, según él, convierte a los cuerpos en producto de mercado:

"Cada día gays de todo el mundo mantienen relaciones sexuales esporádicas sin más mediación que la de la propia carne. Personas desconocidas manteniendo relaciones del todo impersonales. Un extenso menú de cuerpos sin mente están a disposición las 24 horas del día. Fuckin’ Melon es un vídeo subversivo que explora la sexualidad dentro del colectivo gay en nuestro tiempo. El sexo como producto de consumo."




Con la intención de provocar, la obra Nothing es un vídeo de 10'40'' de duración. Grabado en lo que parece ser una casa abandonada en un entorno natural, sereno, tranquilo, en el que nada perturba la imagen, llega Miguel, se desnuda y se sienta en una silla que tiene preparada. A partir de este momento al espectador se le incita, pincha, molesta, esperando la ya famosa frase: "¿pero esto es arte?" y quizá reflexiones y planteamientos, preguntas, que vayan más allá.





El test de Rorschach es una técnica de psicodiagnóstico creado por Hermann Rorschach que consiste en una serie de 10 láminas que presentan manchas de tinta sin estructura definida, aunque sí simetría ya que se construyen doblando una hoja de papel por la mitad, habiendo entintado antes el centro del papel. Al paciente se le muestran esperando que cuente qué ve en ellas. En la vídeocreación que lleva el nombre de este psiquiatra suizo, se aleja del resto de su producción. En este caso su intención es establecer un diálogo principalmente estético con el espectador. El vídeo nos va mostrando diferentes formas y figuras que el artista va componiendo, como en una coreografía improvisada, como en un test de Rorschach, esperando que el que mira dé un significado. Una obra que se adapta a cada persona que la contempla, que requiere de la complicidad y subjetividad de los ojos que la observan.






Miguel cuenta con premios y exposiciones individuales por todo el territorio nacional y ha exhibido a nivel internacional. Hasta el pasado día 20 septiembre ha tenido abierta la exposición comisariada por Anselm Ros UNTITLED Exhibition(ism) en la Sala Gòtica del IEI (Lleida). Las piezas que componían la muestra fueron realizadas durante su residencia en Fabra i Coats, Fàbrica de Creació del Ayuntamiento de Barcelona.

El arte de acción, lejos de lo que muchos pensábamos, no se agota. Se reformula y rejuvece. Metido de lleno en sus procesos se encuentra Miguel Andrés. Compartiendo con nosotros sus resultados.

Este texto forma parte de mi comisariado de Miguel Andrés en Virtual Gallery.




Capítulo 76. VAL DEL OMAR, UN RÍO CUYA ALEGRÍA ES DERRAMARSE.

Parece fácil escribir sobre alguien a quien admiras. Debería serlo ya que conoces más a fondo su obra, su vida, los detalles del mapa geográfico-psicológico que has trazado en tu cabeza y que hacen de esta persona alguien más humano, cercano, lejos del mito. Al menos eso es lo que me ocurre a mí con José, pero al contrario de lo que pensé en un primer momento, este artículo se ha convertido en un auténtico reto: ¿cómo transmitir la fascinación sin caer en la repetición, en la pesadez, en lo obvio? ¿Cómo escribir sobre alguien del que han escrito, aún poco pero muy bien, expertos como Bonet o Erice?

José Val del Omar, Diakina de la serie Maniquíes, ca. 1977-1982. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. © Archivo María José Val del Omar & Gonzalo Sáenz de Buruaga  

Del vértigo también se aprende y, después de darle muchas vueltas, dedicí que el talento de Val del Omar fue tan enorme y notable que me será imposible dibujarlo, así que solo puedo dar razones por las que el cinemista me fascina y fascina a todos aquellos que llegan a conocer su obra. Son las siguientes:

1. "No estoy. Me desvivo y soy".

Hay personas con una imaginación desbordante, visionaria y de generosidad inmensa. Val del Omar fue exactamente este tipo de persona. Un hombre capaz de hacer magia. Su tenacidad y su fe ciega en lo que hacía, en lo que quería transmitir a los demás, hicieron de su vida una eterna búsqueda que encontró en lo artístico su válvula de escape.

Nacido en Granada 1904, en los años 20 viajó a Francia, dejando que calaran en su imaginario las corrientes artísticas que, en ese momento de ebullición total, se estaban dando en el país vecino. Su capacidad creadora se deja ver en esta temprana madurez pues a sus 25 años ya está metido de lleno en su experimentación artística/cinematográfica. Es en este momento cuando lanza sus primeros inventos: la “óptica temporal de ángulo variable”, que unos 30 años más tarde conoceremos con el nombre de "zoom"; la "pantalla cóncava apanorámica", sistema de proyección que desborda la pantalla; y el "cine relieve", que más tarde llamaría "tactilvisión", y que es un recurso técnico que utiliza luz pulsada para dar relieve a los objetos filmados.

Durante toda su vida, Val del Omar va a inventar recursos técnicos, no solamente en el plano de lo visual, también en lo sonoro, que tienen una finalidad clara: no es la experimentación formal en sí misma lo que le interesa, es por ello que algunos de los expertos que han escrito e investigado sobre él quieren quitarle la etiqueta de "cine experimental"; su máximo interés es poner la técnica al servicio de su misión cinemista (cineasta+alquimista). Porque su cine es un arte total, concepto que desde las óperas de Wagner se ha venido planteando en diversas corrientes artísticas, y que muy en la línea de éste, podría ser la más elevada y compleja forma de expresión de instintos y sentimientos, que combina diversos medios que apelan a todos, o la mayoría, de los sentidos.

Su cine pretendía ser una obra inmersiva, anticipándose quizá a la realidad virtual. Un cine que habla de tú a tú con el espectador (al que se dirige como prójimo), porque reclama la atención de los instintos, convirtiéndolo así, en universal. Un cine capaz de hacernos ver lo verdadero y auténtico de aquello que nos rodea, donde las caras o las esculturas dejan de serlo para ser idea, elemento, esencia.Val del Omar es un místico fuera de lugar. Un místico no religioso, sino poético, que en la complejidad de su obra quería reflejar lo esencial, lo inmenso, lo sublime, conceptos todos que danzan en conjunción con el universo y con cada uno de nosotros.





2. “Yo quería fugarme del negro de los libros. Quería irme hacia la imagen luminosa. Como las mariposas son atraídas por la luz”.

Durante los años 30, José se unió a las Misiones Pedagógicas. Proyecto puesto en marcha por la Segunda República que viajó a lo largo y ancho de la península a modo de "escuela ambulante". Los misioneros, personajes relevantes de la cultura del momento como Cernuda, María Zambrano, Federico García Lorca, con el que sostuvo una gran amistad, llevaron a los pueblos y aldeas del país libros, películas, obras de teatro y actividades culturales con la intención de democratizar la cultura y hacerla llegar al pueblo más arraigado a la tierra, empobrecido y apartado de los centros donde se gestaba la cultura del momento.

Durante los años en los que participó, del 1932 a 1937, su principal función fue la de proyeccionista, actividad de la que dejó constancia en un gran número de fotografías. Las caras de esas personas, de los niños sobre todo, de alegría, descubrimiento, asombro, le convencieron definitivamente del verdadero poder del cine. Es más, llegó a considerarlo el último y revolucionario dispositivo pedagógico, democrático y esencial. En una conferencia dirigida en 1932 a los maestros de la Institución libre de enseñanza, decía:

"¿Se puede librar al educando de la educación consciente? ¿Se pueden distinguir, armonizar, las actividades perceptivas y aperceptivas? ¿Puede el maestro colaborar en la formación de la criatura sin aprisionar sus impulsos entre símbolos y normas, sin matar su conciencia creadora? ¿Se puede poner en marcha a cada uno en su camino? ¿Es posible educar el instinto? ¿Se puede uno comunicar con el ser humano por un conducto que escape a la revisión de nuestra conciencia? Maestros, educadores, yo creo que sí, yo afirmo que sí, yo os aseguro que las máquinas que responden a un principio de automatismo, a un principio de economía en nuestro aparato psíquico han obrado el milagro. Y os digo más; yo que conozco esas máquinas he de ponerlas en práctica de este alto servicio."

Es pues el cine, que solo existe a través del uso de esas máquinas que él tan bien conoce o inventa, la gran revolución para la educación y para la vida. En este periodo que acabó bruscamente con el inicio de la Guerra Civil, filmó más de cuarenta documentales de los que poco se conserva hoy en día.

3. "La técnica no es ajena a la creación poética y debe ser plenamente dominada para que germinen y florezcan las ideas. la técnica es una cristalización que debe ser fiel a la estructura de la sustancia."

Los inventos de Val del Omar se desarrollaron en diversos campos: aparatos electrónicos para la proyección o el rodaje, metrajes, sonido, iluminación, e incluso un vocabulario propio inventado para dar sentido y coherencia a toda su creación. Estas nuevas palabras ideadas por él, normalmente creadas a partir de la conjunción de dos palabras ya existentes como mecamística (mecánica+mística) o aprojimarse (aproximarse+prójimo); neologismos como cinegrafías para referirse a sus documentales; o palabras ya existentes a las que dará un nuevo significado como "elementales" para nombrar el género de sus películas, nos revelan una concepción idealista del cine, que es el medio más indicado para llegar a lo inefable.

En cuanto a los inventos técnicos además de los ya señalados anteriormente, hay que pararse en sus aportaciones en el campo del sonido. En los años de dictadura, en los que frenó su actividad como cineasta y trabajó al servicio del régimen (Unión Radio de Madrid o Radio Mediterráneo en Valencia), desarrollaría uno de sus más significativos inventos: la diafonía, que consistía en la colocación de dos fuentes de sonido en la sala de proyección, una delante sobre la pantalla por el que se escucharía el sonido "objetivo" del film, y otra a espaldas de los espectadores, desde el que se escucharían los sonidos "subjetivos" (ruidos, efectos, etc) de la cinegrafía, y que chocarían en el patio de butacas consiguiendo, junto con las imágenes desbordadas, un verdadero efecto envolvente.

José Val del Omar, Laboratorio PLAT (1975-1982). Vista de su ubicación original. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Foto: Raúl Lorenzo Cano. © Archivo María José Val del Omar & Gonzalo Sáenz de Buruaga  

Los últimos años de su vida, tras la muerte de su esposa, se convertirá prácticamente en un asceta. Cambiará de casa en Madrid, y se establecerá en un sótano donde construirá PLAT: Pictórico-Lumínico-Audio-Tactil, es decir, su laboratorio, el lugar en el que poner en práctica todos sus experimentos cinematográficos, en el que además, vivirá

4. "Pretendo comunicar la sensación insólita de estrenar sentidos."

Así es, porque el cine de José Val del Omar está ideado para los sentidos y para los instintos. Sus obras, pequeñas en cantidad pero grandes en importancia, transcienden su propia época. Es el puente entre las vanguardias de los años 20 y el nuevo cine underground de los años 60.

Sus cinegrafías más significativas son las que componen el Tríptico Elemental de España: Aguaespejo Granadino (1955), Fuego en Castilla (1960) y Acariño Galaico (1961). Este tríptico debía ser precedido por Ojalá, en el que se plantearían las claves para entender el conjunto de obras pero que lamentablemente no llegó a realizar. Además, él mismo renunció a finalizar Acariño Galaico dada la intensidad que había alcanzado en su concepción. No será hasta años más tarde, en 1995, cuando Javier Codesal decida reconstruir y acabar la obra siguiendo las cintas y anotaciones que sobrevivían en su taller.

José Val del Omar, Aguaespejo granadino, 1953-1955, captura de película. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. © Archivo María José Val del Omar & Gonzalo Sáenz de Buruaga.  

El Tríptico Elemental es una declaración de intenciones y el resumen visual de toda su teoría. Imágenes que casi consiguen alcanzar las 3 dimensiones gracias a la TactilVisión; sonidos diafónicos que rodean al espectador y lo atrapan (obviamente, no perfectibles en las copias en vídeo), mezcla de imágenes en color, blanco y negro, en negativo y positivo, que desconciertan y evitan la narratividad; música tradicional como flamenco o piezas de Falla, ruidos o solamente compás; poesía propia o prestada por poetas como Lorca; personajes de la calle, actores improvisados o esculturas de Berrugue o Juni; "elemental" por los elementos que representaba cada uno de los documentales: agua, fuego y barro o tierra (este último en Acariño Galaico que primero quiso ser aire). Estos tres vórtices estaban destinados a trazar un recorrido emocional por la península, de norte a sur (en sentido inverso a su realización).

5. "El que ama, arde. Y el que arde, vuela a la velocidad de la luz. Porque amar es ser lo que se ama."

Val del Omar amó profundamente su obra y también a su familia. Resultado de este amor son los documentales en los que filmó escenas familiares llenas de ternura y cariño. El beso que se da con su mujer en La Mayor Transferencia, es en mi opinión, uno de los besos más bellos del cine. Miradas de complicidad, risas nerviosas, abrazos, palabras que no escuchamos... Es el beso que todos queremos recibir al menos una vez en la vida. Un beso que desborda la pantalla y esta vez no por la técnica sino por el amor que desprende.




Sin el apoyo de su familia, ni Val del Omar ni su obra hubieran sobrevivido. El archivo creado por su hija María José y su yerno, Gonzalo Sáenz de Buruaga, ha hecho posible la difusión de su legado. Dicen que María José sostuvo económicamente en muchas ocasiones los proyectos de su padre, sus viajes a festivales, su vida, al fin y al cabo, ya que el gobierno franquista le ignoró muy habitualmente, negándole un apoyo que le resultaba indispensable para seguir investigando y creando. Aún así, los éxitos cosechados por el cinemista no fueron pocos: Festival de Cine Experimental de Bruselas 1953, Berlín 1956, Cannes 1958, Bilbao 1961 (Medalla de Plata), Concurso de CineExperimental de la Universidad Autónoma de México 1960 (Primer Premio), Cannes 1961 (Mención de la Comisión Superior Técnica de la Cinematografía Francesa), Melbourne 1962.

6. La Mecamística.

La exposición que puede visitarse en LABoral, comisariada por Cristina Cámara conservadora de cine y vídeo del MNCARS y gran conocedora de la obra del creador, estará abierta hasta enero de 2016, y nos ofrece un recorrido por las piezas de Val del Omar desde el concepto de mecamística. Quiere mostrarnos sus inventos, su legado material pero sobre todo pretende transmitirnos la parte más espiritual, mística y artística de su obra. Esta muestra itinerante corresponde con lo expuesto en el Reina Sofía desde 2012 en 6 de las salas dedicadas a la colección del museo. En ella el visitante puede adentrarse en el fantástico mundo de José gracias a las fotografías, collages, dispositivos, manuscritos, películas y a la genial reconstrucción de su laboratorio, PLAT.

Es una oportunidad única de acercarse a este genio del arte del siglo XX, tan desconocido como brillante, conociendo y re-conociendo su maestría. Si nunca habías oído hablar de él, te entusiasmará porque a todos los que hemos llegado a su obra, a él, nos ha hipnotizado. Si ya lo conocías, es una ocasión perfecta para comprender mucho más de cerca la transcendencia de todo lo que ingenió y quiso comunicar.

José Val del Omar, Dibujo para los títulos de crédito de Aguaespejo granadino, 1953-1955. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. © Archivo María José Val del Omar & Gonzalo Sáenz de Buruaga  

También puedes leer este artículo en la web de LABoral. En #LABlog.

REFERENCIAS:

1. Erice, Víctor, El llanto de las máquinas. Ínnsula Val del Omar (Visiones en su tiempo, descubrimientos actuales), coord. G. Saénz de Buruaga. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Semana de Cine Experimental, Madrid, 1995.

2. Bonet, Eugeni. Amar : Arder. Candentes cenizas de José Val del Omar. Revista Trafic, nº 34, verano 2000.

3. Russo, Eduardo A. Conjeturas sobre José Val del Omar El que ama, arde. De la pantalla al arte transgénico, edición de Jorge La Ferla. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires - Libros del Rojas, 2000.

4. Val del Omar, José. Sentimiento de la Pedagogía Kinestésica (Sedimento emocional de mis experiencias), junio 1932. Fuente: Gonzalo Sáenz de Buruaga / María José Val del Omar (ed.), Val del Omar sin fin. Granada: Diputación de Granada, 1992.

5. Val del Omar, José. Manifiesto de la Asociación Creyentes del Cinema, Madrid 1935. Fuente: Gonzalo Sáenz de Buruaga / María José Val del Omar (ed.), Val del Omar sin fin. Granada: Diputación de Granada, 1992.

6. Museo Nacional Centro de Arte ReinaSofía (sitio web). Consulta 25-09-2015.

7. Val del Omar (sitio web). Consulta 25-09-2015.

*Algunas de las citas que sirven de títulos a los capítulos de este texto, han sido extraídas de la fanpage de Facebook sobre Val del Omar.



miércoles, 12 de agosto de 2015

Capítulo 75. MUSEOS EN LOS QUE...

Quizá sea el verano. Todo es más lento, más leve, quizá no queremos pensar tanto. Hemos pensado mucho durante el invierno y nuestras cabezas y cuerpos ya están cansados. Necesitan un reset. Puede que sea por eso que desde que hace calor las noticias en general, y las de museos en particular, parecen escritas para personas que no les prestarán demasiada atención. Para esas personas que durante el verano apagan el cerebro y solo quieren beber mojitos, tomar el sol y llenar Instagram de piestureo.

Será por eso, supongo, que en verano los artículos sobre museos tratan por ejemplo de rankings estúpidos (?) sobre la mejor institución en la que comer (o comprar) con un resultado, además, que no sorprende demasiado. ¿Hay algún problema con este artículo? Bien, en principio no. Pero, ¿y si rascamos un poquito?

Que las instituciones museísticas se preocupen por dar un buen servicio más allá de sus propias salas no es un problema. Una biblioteca que permita el acceso al público interesado, una buena librería en la que encontrar libros específicos y originales, una cafetería donde disfrutar de un descanso tras una visita que en muchos casos es agotadora... Todo ello por supuesto es deseable e incluso necesario. El problema comienza cuando en la librería, lejos de encontrar ese catálogo de aquel artista que una vez expuso en el museo pero que se editó solo en francés, o aquel otro con un carácter didáctico que nos ayuda a explicar la exposición a una persona con alzhéimer, lo que encuentras es un montón de llaveros, imanes, lápices y posa-vasos con la cara de Picasso. Paraguas, chapas y gomas de borrar fabricadas por algún niño chino que reproducen los graciosos trazos de un señor llamado Miró. ¿Se han convertido las tiendas de los museos en un lugar tan kitsch como cualquier tienda de todo a un euro?

¿Y qué me decís de las cafeterías/restaurantes? Menús por un ojo de la cara, todo muy nouvelle cuisine, muy con los colores de Van Gogh, con los girasoles de chocolate coloreado, llenos de personas (no todas, no siempre) que en su vida pagarán la entrada por ver qué exposición temporal han traído para estos meses. ¿Y dónde está el problema? Tal y como yo lo veo, el museo no es un lugar solo y exclusivamente para el ocio o para el turista. El museo es principalmente un servicio público y a ese compromiso se debe. Me asusta muchísimo esta visión que se pretende transmitir: el museo como lugar donde pasar el rato y que además, te da estatus. El museo como centro comercial cool. Tiemblo cuando me asalta la idea que en el siguiente ranking sobre las exposiciones más visitadas el primer lugar lo ocupe aquella itinerante de Cuarto Milenio.

http://www.informador.com.mx/cultura/2012/361124/6/la-gioconda-espanola-la-nueva-estrella-del-museo-del-prado.htm

Podríamos pensar que nuestros museos (ahora hablo solo de los españoles) están escasísimos de presupuesto y que gracias a la tienda o la cafetería pueden sacar un dinero extra... ¿Es cierto esto? Habría que analizar caso por caso pero en muchas ocasiones, la gestión de tiendas y cafeterías está externalizada por lo que el vender más o menos no repercutirá directamente en el museo. ¿Cómo se externalizan estos servicios? ¿Quienes pueden participar de la convocatoria, si es que la hubiera? ¿Qué requisitos debe exigir la institución?

Relacionado con esto, aunque no directamente, me sorprende también mucho el color que está tomando el boom tecnológico que hoy vivimos en estas instituciones. Es imposible pensar en una de ellas que no ofrezca un app, un videojuego, realidad aumentada, audioguías digitales. Sé bien de lo que hablo pues, como sabéis, soy una de las autoras del Anuario AC/E de CulturaDigital, por lo que me he pasado unos buenos meses investigando sobre ello.

http://blogs.cccb.org/lab/es/

La tecnología me parece primordial hoy día en las instituciones. Su uso cambiará según nuestra visión del museo, según la visión del que gestione el museo. Pero entiendo la tecnología como una herramienta de acercamiento y colaboración. De apertura, de hacer la institución un lugar más social. Aplicaciones que facilitan el disfrute a personas con movilidad reducida o con problemas de visión, me parecen un gran acierto. Sitios web que están creados para compartir experiencias, conocimientos o saberes sobre las obras, la exposición o temas afines, me parecen muy necesarios. Consiguen que la comunidad del museo llegue a cualquier persona con conexión a internet. Una comunidad que es más amplia que el museo mismo y que fomenta la comunicación y la construcción común de herramientas y saberes. Cuando veo que se lanzan apps que no aportan nada y que han costado mucho me viene a la cabeza que pretenden lo mismo que un imán con la cara de Picasso. Pero aún más guay porque es para iOS. Se consumen igual que se consume un Big Mac. Se engullen.

Quizá habría que pararse a pensar aunque sea verano: ¿por qué se quiere dar esa imagen de los museos? ¿Por qué muchos museos se están rindiendo a este punto parque de atracciones cool? ¿Por qué les dejamos (hablo de museos públicos) cuando gestionan patrimonio de todos y la mayor parte del presupuesto (si no todo) que reciben también lo es?

Quizá deberíamos exigir, también por qué no, un periodismo cultural serio y comprometido.

Es verano, ya lo sé, pero por pedir...